10 ESCENA VIII. DISCURSO REAL

Este es el discurso que nuestro señor ,el Rey Lear, a quien Dios guarde muchos años más , ha mandado que os lea :

LIBROS SIN MURALLAS

Pueblo del Reyno Lear:

Conversando con mi sabio Historiador, quien en sus manos tiene toda la memoria que ha de quedar de este Reino y sus cuitas, sobre qué os diría hoy, el día señalado para hablaros del regreso a mi tierra natal, me propuso que recordara dos hechos fundamentales en la Historia de la humanidad, poco recordados, aun, inclusive, poco
sabidos o definitivamente desconocidos. El sabio hombre de luengas y blancas barbas, me recordó una lectura que hicimos juntos, en medio de una partida de ajedrez, en la que, como de costumbre, fui derrotado.Esa tarde veraniega, como la de hoy, recordábamos un escrito del alquimista llamado Borges, que fue quemado por la Inquisicíón por confundir ficción y realidad, o, peor aún, por no hacer ningún
distingo entre ellas como si de una pieza fueran. El pobre ciego ardió en las llamas, pero su memoria perduró, como la de Homero y Milton,otros ciegos ilustres. Pues bien, vasta de preámbulos, he aquí la historia o la parábola, como prefiráis.
Decía Borges, el alquimista, que el por sí mismo llamado Primer Emperador de China, Shih Huang Ti, realizó en su reinado dos empresas memorables, por lo magnas o por lo deleznables, según vuestra opinión,cuando la forméis, que es libérrima. Cuando asumió el poder de la China Imperial, mandó quemar todos los libros que lo habían precedido
y, tambien, la edificación de lo que el alquimista llama con expresión hiperbólica "la casi infinita muralla". Todos sabemos de la existencia de esa muralla, de las pesadas fatigas que costó, de los hombres que murieron en su ardua construcción; pero, puedo asegurároslo, pocos recuerdan el nombre del Emperador y el nefasto suceso de los libros que ardieron en inmensa pira.El alquimista Borges argumenta que "quemar libros y erigir fortificaciones es tarea común de los príncipes", pero que lo único
singular en el emperador chino, fue la escala en la que lo hizo. Y en este punto nos alejamos de las disquisiciones tan hábiles y convincente del alquimista en cuestión, para hablar por nuestro propio consenso. Será cosa de todos sabida, me lo dijo el Oráculo en Delfos,que la muralla china es la única obra humana que podría ser vista
desde la luna, si el hombre un día viajase a ella. En esa esfera redonda y azul, una especie de caravana de hormigas rojas, entrevistas entre las pinceladas de los gases que rodean nuestro mundo, según Merlín, equivaldría a la desmesurada fortificación. Pero el humo de la pira de los preciosos libros incinerados por el deseo del Emperador de Oriente, de que con su historia comenzara la Historia, no se vería ni
a una yarda y, es más, se difuminaría en menos que callese la noche y en el lejano satélite, si alguien viviese, sabría su nombre. Nosotros mismos es como si lo ignoráramos. ¿Es sensato pensar, pues, porque podría verse desde la luna, la
imponente muralla, tiene más valor que los libros quemados, donde habitaban entre otros Chuang Tzu, (Aquel otro emperador que se soñó mariposa y, al despertar, no sabía si era emperador soñado por mariposa, o mariposa soñada por emperador) Confucio y Lao Tzu? ¿Es sensato, pensemos, que una fortificación, un muro, un límite, es más
poderoso que la sabiduría y el sentir que los mudos libros albergan, esperando nuestros ojos que les darán voz. Un reino, una ciudad, incluso una humilde casa de labrador, necesita de protección, porque a veces, tantas, el hombre es lobo del hombre, como le gustará repetir a Hobbes, filósofo futuro. Pero la escala debe ser la adecuada para asegurarnos la protección, no el propio encierro. Pero los libros,
pueblo y cortesanos de este Reyno, no deben tener medida, porque al tocarlos, tocamos las vibraciones de un corazón que late. A fin de cuentas, esa misma muralla está ahora no sólo en la China, sino en cientos de libros que la rememoran, cantan o cuentan.¿y si los quemase, ardería también la muralla? Os he recordado esta historia o parábola -no sé si triste o dichosa- porque ese es mi deseo para el fururo del reino Lear: no más murallas, ni reales ni metafísicas, ni la de Shih Huang Ti ni la de Pink Floyd. Sí muchos libros, es decir,memorias aladas de nuestros saberes, amores, desdichas, pasiones,inventos, juegos, comidas, fiestas, mitos, canciones, árboles, flores,besos, crímenes, montería, hogares, ríos, relámpagos, humus, insectos,amigos y campanas, sobre todo, campanas. Ahora, que tañan al viento por todos los aquí convocados.

He dicho.

King Lear.



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